LA CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA
Y SUS ALEDAÑOS
Recupero aquí tres entrevistas que hice para la revista El Duende en abril de 2009 (especial sobre cine). ¿Qué mejor ítem (la crítica cinematográfica) para esta sección (criticar por criticar o no)?
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CARLOS REVIRIEGO
UN OJO CRÍTICO
Foto: Óscar L. Tejeda
Cinéfilo empedernido, Reviriego plasma su pasión en diferentes, aunque focalizados, frentes. Redactor jefe de la revista Cahiers du Cinéma. España, ejerce también de jurado en festivales como documentamadrid, es crítico de cine (dirigió durante casi una década la sección de cine de el cultural de El Mundo), escritor, guionista y productor de varios cortos, así como analítico y sesudo blogger (rayuela-digital.blogspot.com), un blog, cómo no, en torno al séptimo arte.
Sobre la crítica cinematográfica actual en un panorama de sobreabundancia informativa: «Posiblemente sea un escenario en el que cualquiera puede ejercer de crítico de cine (es curioso cómo no pasa lo mismo con los críticos de literatura o de ópera), generado por Internet, donde las opiniones se venden muy baratas, cuando la verdadera crítica cinematográfica sea más necesaria que nunca. […] Es importante jerarquizar, categorizar, filtrar y seleccionar, en definitiva, ofrecer valiosas pistas sobre lo que debe verse porque es lo que está definiendo la evolución del arte cinematográfico.
La crítica cinematográfica se asocia generalmente a crónicas de estreno y a apuntes impresionistas y subjetivos realizados por escritores egocéntricos, pero es otra cosa. El análisis fílmico, el estudio de las manifestaciones audiovisuales desde un punto de vista analítico sigue siendo absolutamente necesario, y ahora mismo tiene más sentido que nunca, pues precisamente ofrece un valor cualitativo respecto a esa sobre-abundancia informativa, la mayoría de las veces dependiente absolutamente de la promoción y el mercado.»
El cine español con respecto a otras cinematografías como la francesa o alemana. «La producción media nacional fabrica un cine resignado y oportunista, que muestra muy poco interés por subirse al vagón de las vanguardias internacionales. El corazón de la industria sigue padeciendo los mismos defectos de siempre (raquítica industria, atomización de productores…), regida por productores a la caza de subvención o del pelotazo comercial, y de realizadores que se pliegan con mansedumbre a las exigencias de un cine inmovilista. […] Por supuesto hay excepciones (Santi Amodeo, Isaki Lacuesta, Javier Rebollo, Albert Serra, José Luis Guerín, Mercedes Álvarez…), pero generalmente actúan en los márgenes del sistema o directamente fuera de él, con lo que la visibilidad de sus películas es menor, algunas de ellas se ven privadas de las salas comerciales y restringidas al circuito de festivales especializados.
Considero que es algo absolutamente necesario hacer autocrítica en el cine español, sobre todo porque es un sector de estructura verdaderamente endogámica y minifundista, que prefiere siempre echar balones fuera y buscar culpas ajenas que mirarse a sí mismo, diagnosticar sus defectos y tratar de ponerles solución. Creo que la endogamia es un mal crónico de nuestro cine, y que nos coloca a un paso de la catatonia creativa.»
El futuro del cine. «Estamos inmersos en los que algunos llaman una tercera revolución del cine (la revolución digital) que todavía apunta hacia muchas direcciones. Creadores, industria y crítica están expectantes y mientras los más derrotistas vaticinan el fin del cine, otros ven en esta era todo un horizonte de posibilidades. Yo no creo que el cine muera, simplemente está cambiando de forma. Tanto los modelos de producción como los hábitos de consumo están variando. Creo que una de las grandes transformaciones para el espectador es que el cine dejará de ser (quizá ya lo ha hecho) un acto casi sacro, de experiencia colectiva, para convertirse en una experiencia de carácter onanista, individual. […]
El futuro que nos espera es apasionante, mucho más democrático tanto a nivel creativo como de consumo. Lo que está claro es que el espectador ya no va a depender (ya no depende) de los distribuidores para ver las películas que los distribuidores (las majors americanas) quieren que veamos, y que puede confeccionarse su propio “menú” cinematográfico, pues los canales de distribución son ahora mucho más amplios y variados, y el espectador tiene libre acceso (no hablo de descargas ilegales) a filmes de cualquier condición y cinematografía mundial, haya pasado por nuestras pantallas o no. En el mejor de los casos, esto se va a traducir directamente en el fin del monopolio de determinado modelo de cine basado en el entretenimiento extremo como único peaje. Cuando ya no tenga que ser popular para ser rentable económicamente, el cine podrá abrirse a la conquista de otros valores, más propios de otras artes. El cine espectáculo debe seguir existiendo, qué duda cabe, pero quizá quede relegado a las salas 3-D, cuya función está precisamente encaminada a recuperar a aquellos espectadores que han dejado de ir al cine y de conectar con los espectadores más jóvenes. No hay que olvidar que, desde su nacimiento, el cine siempre ha sido una atracción de feria. En cuento al contenido, qué duda cabe de que la proliferación de videocámaras, la calidad con la que graban, que ponen el cine a disposición de cualquier ciudadano del mundo, ha hecho realidad el sueño de la “camera-stylo” de Astruc, con lo que parafraseando a Coppola, la próxima obra maestra llamada a cambiar el mundo del cine puede proceder de una adolescente que ha hecho una película en su casa. Sin duda, el cine de lo real y el cine de ficción acabarán, ya están haciéndolo, formando un sólo bloque, intercambiando códigos hasta hacerlos irreconocibles. Las películas del portugués Pedro Costa son un claro ejemplo.»
Directores favoritos de hoy y de siempre. «Muchos… De entre los clásicos: Chaplin, Dreyer, Ozu, Ford, Ophuls, Hawks, Buñuel, Godard, Eastwood… Cineastas actuales: Paul Thomas Anderson, Terrence Malick, Pedro Costa, Claire Denis, Nobuhiro Suwa, Gus Van Sant…»
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ANTONIO SANTAMARINA
PRESERVAR EL PATRIMONIO
Foto Cine Doré: Paul Raphael Stadelhofer
Declarado amante del film noir, Santamarina se revela poliédrico: escritor, crítico e historiador de cine, jurado en festivales como el de San Sebastián y, desde 2002, gerente de la Filmoteca Española. En sus múltiples facetas, asume también el rol de miembro del consejo de administración de la revista Nosferatu y Cahiers du Cinéma.
¿En qué ha evolucionado e involucionado el cine? «Ha evolucionado hacia una mayor democratización en la creación, en la distribución (a través de canales alternativos) y en el consumo de películas gracias a la revolución digital al tiempo que, desde el punto de vista del lenguaje, se han comenzado a eliminar algunas barreras como, por ejemplo, las que separaban, al menos nominalmente, el cine de ficción del documental. Ha involucionado, si esa es la palabra, en que el cine ha dejado de ser el centro del universo audiovisual y en que cada vez es más difícil restaurar las películas en celuloide mientras la conservación digital no es todavía ninguna alternativa seria o, cuando menos, tan estudiada y conocida como aquella.»
¿Hacia donde va el mundo audiovisual? «Camina hacia una capacidad cada vez mayor de crear relatos audiovisuales en diferentes soportes, distribuidos por circuitos que cada vez serán menos las salas de cine y que se consumirán preferentemente de manera privada. Ello permitirá, está permitiendo ya, al cine liberarse de las ataduras de la narrativa decimonónica para proponer nuevas formas creativas.»
¿Qué opinión te merecen las descargas ilegales? «A mí me preocupa, más que este asunto, que el Fondo de Protección a la Cinematografía disponga anualmente, por ejemplo, de 87 millones en ayudas al cine español y que la Filmoteca Española cuente apenas con 4 millones para financiar sus actividades y conservar, preservar y restaurar todo el patrimonio cinematográfico español. Y me produce sonrojo que esta penuria no preocupe, hasta ahora, a quienes se quejan tanto de las descargas ilegales.»
¿Sigue formando parte de la revista Nosferatu? «Sigo siendo miembro del consejo de redacción, aunque ya no figura éste recogido como tal en la revista porque, como tú dices, se ha convertido en libro. ¿Y por qué? Pues para garantizar que no los retiren de la circulación tan rápido, con el trabajo que cuesta la distribución de los ejemplares. ¡Qué os voy a contar!»
Si tuvieras que elaborar una lista de tus directores predilectos… «Guardo mucho cariño de aquellos cineastas de los que he tenido la oportunidad de escribir algo sobre ellos y, por lo tanto, de conocer más a fondo su obra, pero si tuviera que poner sólo cuatro nombres diría John Ford, Eric Rohmer, Luis Buñuel y Yasujiro Ozu.»
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RUBÉN LARDÍN
EL CINE, EL JUICIO Y LA PLUMA
Crítico mordaz y ávido cinéfilo, Lardín fustiga cada vez que pone a trabajar su pluma. Colabora en medios como Cinemanía o Rockdelux, trabaja en cine -fue, por ejemplo, script en el El Orfanato-, jurado en festivales, traduce la obra de autores como Robert Crumb o Adrian Tomine, y también ha publicado sus propios libros, Sam Peckinpah. Hermano perro e Imbécil y desnudo.
Ilustración de portada de Imbécil y desnudo. Ed. Leteo
¿Tiene sentido hacer crítica cinematográfica? «Tanto como lo tuvo alguna vez, si es que alguna vez lo tuvo. Hoy cualquier idiota se cree legitimado para la crítica, pero no hay manera de evitarlo. La democratización opinativa trae toneladas de basura. Al margen, concibo la crítica como un género literario y como lector sólo me interesa el crítico cuya literatura es estimulante. El temario es importante y un crítico afín a mis gustos tendrá más puntos de interés, pero si su literatura es inocua está todo perdido. Quizás no tenga sentido hacer crítica pero a veces es entretenido leerla. También decían que la novela había muerto y hoy más que nunca se busca la clásica novela río en las series de televisión.»
¿Hay futuro para el cine como lo entendemos hoy? «No soy visionario, pero no es difícil aventurar que pasa por la multipantalla. En un viaje, me encontré viendo una película de Edgar Neville de hace sesenta años, en la pantalla del iPod… El cine no se consume en salas, pero siempre será un vínculo social. Tampoco se va a misa pero se reza en casa. Esa dispersión receptora está influyendo en la construcción del relato, que, por un lado, tiende a los contenidos planos y fragmentados, y al chute sensorial sin más, y por otro, alimenta voces insulares con enjundia, que para cierto público se hacen necesarias en tiempos de tanta caloría y tan poca proteína. Mientras convivan, están muy bien. Los daños colaterales, que son la mundialización temática, el cine del buen rollito y toda esa asquerosa falsedad, son inherentes.»
¿Qué le falta al cine español para estar al nivel cualitativo del alemán o francés? «Nos urge culturizarnos, pero tampoco creo que Francia o Alemania, aunque más civilizados, sean más culturizados. España es arrogante pero no asertivo, y es provinciano y diminuto. Ondeamos la bandera de Almodóvar y vamos tirando, pero además ondeamos otras, como la de Amenábar, que son banderines de parroquia, y que en lo alto del mástil no hacen más que ridiculizarnos. Luego está la obsesión por el cine social que hacemos tan nefasto, chustero y de telefilm barato. León de Aranoa no es Agnès Varda, pero parece que tenemos urgencia por pintar santos. Hagamos películas que sintamos, buenas o regulares, como las hicieron Berlanga o Saura, o como ahora Nacho Vigalondo, los chicos de REC, Isaki Lacuesta o Antonio Hernández, que harán un peliculón. La clave para hacer buen cine está en sacudirse los complejos y en dejar de mirarse en otros.2
¿Directores favoritos? «Berlanga, Polanski, Buñuel, Peckinpah, Argento, Cronenberg y Chabrol. Son todos más bien de ayer, pero es que estoy mayor. También sigo con ganas a jóvenes “del terror” como Rob Zombie o Alexandre Aja. Y a Haneke, a Paul Greengrass, a Kitano.»
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