Feliz navidad y feliz año nuevo a todos!
Nos vemos tras las fiestas.
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Feliz navidad y feliz año nuevo a todos!
Nos vemos tras las fiestas.
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Realizada por la que esto suscribe
Publicada en Esquire (marzo_2009)
Fotografía: Hugo Estenssoro
* Como siempre, comentarles que se publicó en la sección En esto creo y que, por lo tanto, no aparecen las preguntas del periodista, sólo las respuestas del entrevistado.
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DECLARACIONES DE ANDRÉS TRAPIELLO
Escritor, 55 años, Manzaneda de Torío, León
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Al atardecer, al volver de la escuela, pasaba por delante de la cárcel vieja de León y oía cómo los carceleros comprobaban el estado de los barrotes con una barra de hierro. Lúgubres arpegios. Fue entonces cuando supe que la literatura sería mi vida.
En literatura son difíciles los comienzos y los finales. Y de lo de en medio ni hablamos. Yo no he conocido nada fácil en esto.
No he sido bibliófilo nunca. Me gustan los libros, sí, pero siempre he dicho: “Libro que no has de leer, déjalo correr”. También me gusta esta otra frase: “Los libros que han cambiado nuestra vida cuestan dos euros y se encuentran en los kioscos”. En mi mesilla ahora encontrarías una antología de Rilke traducida por Antonio Pau.
La literatura ha sido, es y será cosa de minorías. Los lectores han sido, son y serán siempre pocos. Ahora, compradores de libros podrán ser muchos.
No tengo la menor idea de en qué se convertirá Internet ni cuál es el futuro del libro impreso. De cualquier manera, en mi casa hay ya más libros de los que podré leer en toda mi vida.
Puede decirse de los premios lo mismo que de los rechazos: hoy en día los tiene todo el mundo; los escritores malos, los regulares y los buenos. Dicen muy poca cosa. Son como los perfumes, en cada uno huelen de diferente modo. En mi caso, el Nadal me facilitó algunas cosas, un premio que también lo tienen escritores malos, regulares y buenos.
Hay lucha de egos e intereses económicos detrás de algunos galardones. Como en todo. Lo decía el viejo Lara a propósito del Planeta: los niños no vienen de París.
Me han rechazado un libro. Como a todos los escritores. Un rechazo no dice nada de nadie, ni a favor ni en contra.
En parte, me hice editor y tipógrafo aficionado para evitar los rechazos editoriales. Por orgullo. Decir que he sido editor y tipógrafo suena a más de lo que he sido. Soy editor y tipógrafo oyente, de juguete.
Novelista, ensayista, poeta, articulista… todo es reflejo, más o menos, de lo mismo: una manera de estar en el mundo. Todo y nada le da a uno de comer, si come poco.
Para poder escribir es necesario haber leído mucho. Pero no demasiado. A partir de un punto todos hemos de elegir qué queremos ser: escritores o lectores.
Mi literatura aspira a ser vida y restitución.
Si me preguntas de qué libro me siento más satisfecho, te diré que de ninguno y de todos, más o menos.
La literatura es vida. Una forma de vida, no diferente de ella. La literatura es un organismo vivo, por eso no importa que esté descacharrada a veces. Lo que la literatura no es nunca es mecanismo gimnástico, artístico o intelectual.
Todo escritor está solo por fuera y acompañado por dentro. Está solo, pero lleva en su interior una multitud.
Si el trabajo no es gustoso, malo. Si el escritor está mirando cada media hora el reloj para dejar de escribir, peor: de eso se dará cuenta el lector. Al escritor, como a San Ero de Armenteira, se le pasa el tiempo volando. Por fuera y por dentro también.
El tiempo ha cambiado mi literatura. Como cambia la vida la manera de vivirla.
Como ensayista me preocupa lo mismo que a todos: el amor, la muerte y el tiempo. Y todo eso buscado en los hechos menudos de la existencia, en las personas que conozco, en la literatura, en las historias que me han contado…
La poesía es una forma de conciencia y de conocimiento. Y el poeta… un mandado, alguien a quien la poesía viene casi siempre grande, y lo acepta humildemente.
Del rencor nunca sale nada bueno. Avellaneda detestaba a Cervantes, por eso su segunda parte de El Quijote es tan mala. Yo escribí Al morir Don Quijote por amor a un libro que me habría gustado aún mucho más largo. Lo excelente nace siempre de una celebración. Y eso casi siempre va contra la naturaleza melancólica de la mayor parte de los autores. “España”, decía Torrente Ballester, “no es cervantina, sino quevedesca, gongorina y esperpéntica”. Por eso he dicho, hace ya muchos años, que si hubiera habido Premio Cervantes en el Siglo de Oro, se lo habrían dado a Lope.
Estoy encajado en la izquierda desde hace treinta años. Pero la cultura la hacen personas, no partidos políticos ni gobiernos, contra lo que suelen creer los ministros de derechas y de izquierdas. Trapiello, un cervantino de los pies a la cabeza.
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Dir. Duncan Jones
Fecha de estreno: 09/10/2009
Moon podría ser el resultado de una aleación casi perfecta entre el Stanley Kubrick de 2001: Una odisea del espacio (1968) y el Tarkovski de Solaris (1972). Dicho lo cual, si añadimos una espectacular (como siempre) banda sonora de Clint Mansell (recuerden Pi y Requiem for a Dream) podemos llegar al clímax total con este film.
La ópera prima del hijo del icónico David Bowie no decepciona en lo más mínimo y nos sumerge de pleno en una historia claustrofóbica que nos lleva a reflexionar sobre qué es la identidad del ser humano, en qué consiste, pero también sobre la deshumanización del mismo (no tenemos más que ver la relación que se genera entre empleador y empleado), la soledad y el rol de la inteligencia artificial en todo ello. El trasfondo, además, le sirve al realizador para poner sobre la mesa la extinción de los recursos naturales en nuestro planeta. Eso sí, no esperen espectáculo, efectos especiales o cohetes artificiales, en Moon todo es más íntimo, casi introspectivo. Sam Bell, nuestro protagonista, parece someterse a un doble viaje, uno al interior de sí mismo y otro al espacio exterior.
Moon se centra en las dos últimas semanas de estancia en el espacio de un técnico, el mencionado Sam Bell (interpretado magistralmente por Sam Rockwell, maravilloso actor, insisto), destinado en una base lunar con la única compañía de Gerty-emoticone (el robot con voz de Kevin Spacey), y responsable de la extracción de Helio3, cuyo objetivo es suplir a la tierra de material energético. Un accidente será el artífice de que todo se complique al máximo y lo que parecía sencillo ahora parece doblemente complicado. STOP. Dejo aquí mis comentarios acerca del argumento, no quiero estropearles la intriga ni hacer spoilers. Sólo comentarles que Moon es una de las mejores películas de 2009 y que no pueden dejar pasar la oportunidad de verla. Es absolutamente IMPRESCINDIBLE.
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Género: Ciencia-ficción
Reparto: Sam Rockwell, Kevin Spacey (voz robot), Dominique McElligott, Rosie Shaw, Kaya Scodelario, Benedict Wong
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TRÁILER
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MÁS INFO: www.sonyclassics.com/moon
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Fernando Trueba dixit. Extraigo estas palabras de una entrevista publicada (2 de noviembre de 2009) en Ludlu y firmada por Ignacio Salcedo.
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ME PREOCUPA LA SUCIEDAD DE LA SOCIEDAD
Leo la mencionada entrevista a Fernando Trueba, realizada a colación del estreno de su última película, El baile de la victoria (que también, recuerden, nos representará en los Oscar), y me llaman la atención sus palabras, esas que me han servido para empezar esta entrada. Me resultan tristemente familiares en esta sociedad que, como ya he comentado en ocasiones anteriores, está en descomposición permanente y apesta.
Por otra parte, casualidad o causalidad de por medio, encuentro casi simultáneamente una novedad literaria en la Editorial Algaida que me viene al pelo para lanzar al aire cibernético y ahondar en aquello que me preocupa: la suciedad de la sociedad. El libro en cuestión es La inutilidad de un beso de Javier Puebla (finalista Premio Nadal 2004 con Sonrié Delgado), de cuya sinopsis extraigo el siguiente párrafo:
«Herendira no nació humana, nació cucaracha; y sólo un beso logró el milagro de transformarla en persona. Pero no en cualquier persona, sino en alguien rastrero y ruin, que jamás deja de ser un insecto y sufre hasta enloquecer con la felicidad ajena.»
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UNA VEZ PUESTOS EN CONTEXTO, RESPONDAN A LA SIGUIENTE ENCUESTA
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FÉLIX J. PALMA
¿QUÉ ME ESPERA EN LA DIRECCIÓN QUE NO TOMO? Una pregunta necesaria e inevitable a la que intenta dar respuesta este maravilloso y adictivo libro.
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Ante la avalancha de novelas históricas (también vampíricas) que venimos sufriendo durante los últimos años, merece la pena destacar que no todos los que se dedican a esto del negro sobre blanco se suben al carro del éxito fácil. En El mapa del tiempo el escritor gaditano nos ofrece una novela laberíntica repleta de fantasías victorianas que desplaza idílicamente a sus protagonistas por la cuarta dimensión, el tiempo, en un intento a la desesperada de restaurar los errores del pasado y atesorar segundas oportunidades. «¿Qué me espera en la dirección que no tomo?», se pregunta Jack Kerouac en las páginas previas al relato. ¿Se convierten esas otras direcciones alternativas en mundos paralelos donde habitan otros yo? ¿Puedo cambiar el pasado? ¿Cómo afecta eso al presente?
El epicentro de la trama es el Londres de 1896. La empresa Viajes Temporales Murray abre sus puertas dispuesta a hacer realidad el sueño más codiciado de la humanidad: viajar en el tiempo, un anhelo que el escritor H.G. Wells había despertado antes con su novela «La máquina del tiempo». Pero como no existe paraíso sin serpiente, la posible fabricación de una máquina del tiempo arroja numerosas paradojas que veremos reflejadas a lo largo de la historia. Imaginemos que alguien viajara al pasado y matase a su abuela. En consecuencia, ese viajero nunca habría llegado a nacer. ¿Cómo, entonces, pudo viajar al pasado para perpetrar el homicidio?
Jack el destripador, el hombre elefante, Bram Stoker y el gran protagonista, H.G. Wells, entre otros, asoman entre sus trepidantes y adictivas páginas convertidas en homenaje a los comienzos de la ciencia ficción. Su autor, en continuo estado de gracia, utiliza con gran maestría su prosa y arremete con fuerza con sus creíbles vueltas de tuerca capaces de dejar al lector boquiabierto. Sin duda, una bocanada de aire fresco dentro de la producción literaria nacional que nos proporciona un sueño etílico y casi obsesivo a través de sus más de 600 páginas que le ha hecho valedor del XL Premio de Novela Ateneo de Sevilla.
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RESEÑA PUBLICADA POR LA QUE ESTO SUSCRIBE EN LA REVISTA GO
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Fecha de estreno_04/12/09
El mejor actor del mundo no fue, como dice el tópico, Marlon Brando. Fue Juan Pujol (Barcelona, 1912 – Caracas, 1988). ¿Mande? No os preocupéis, no nos hemos vuelto locos: os lo explicamos despacito y con buena letra. Mejor dicho, nos lo explica este documental, ópera prima de Edmond Roch, bajo el sugerente título de Garbo. El espía. Una historia extraordinaria, pero real como la vida misma (como diría mi abuela). Pues bien, Pujol, ese gran desconocido hasta el día de hoy, fue gestor de una granja de pollos, conserje de hotel y desertor de la Guerra Civil Española antes de convertirse, por arte de birlibirloque, en el espía imprescindible para que los aliados lograran el éxito durante la Segunda Guerra Mundial. Todo empezó cuando el susodicho se planteó hacer algo bueno por la humanidad y, una vez iniciada la guerra, decidió presentarse a los británicos para “echarles una mano”. Como el asunto no prosperó (y eso que lo intentó hasta en cuatro ocasiones), hizo lo mismo pero con el bando contrario, los alemanes, quienes hicieron de él un espía (Alaric). Algo más tarde, y tras una serie de desventuras, la inteligencia británica (MI5) le localiza y le convierte en agente doble (Garbo). El asunto no tendría mayor importancia si no fuera porque logró engañar a los nazis haciéndoles creer que el desembarco de Normandía no era más que una maniobra de distracción, que el verdadero objetivo de los aliados era el Paso de Calais. Fue entonces cuando éstos perdieron la guerra. Afortunadamente.
Lo curioso es que recibió las máximas condecoraciones de ambos bandos: la Cruz de Hierro II del Tercer Reich y el Miembro de la Orden del Imperio Británico de los aliados; pero también llama la atención poderosamente que fuera capaz de crear más de veinte personajes ficticios que, supuestamente, le servían como informadores de primera línea (mantenidos por el Tercer Reich, por supuesto) y cuyas informaciones no eran sino refritos de lo que aparecía en prensa, un material que empollaba diaria y metódicamente, o puras invenciones que servían como herramienta de intoxicación. Gran actor, mejor escritor.
Tres décadas más tarde, Nigel West, un escritor de novelas de espías, le localiza en Guatemala (había sido dado por muerto años atrás), donde Pujol rehizo su vida y ejerció de profesor de inglés para la Shell. Pues todo esto y mucho más, se puede encontrar en “la delirante historia del espía que embaucó a los nazis”, retomada aquí a modo de documental tejido a base de retazos de vida, películas de Hollywood (Patton y Mata Hari, entre otras), material de archivo, Historia y entrevistas a Mark Reaman, Oficial de Inteligencia del MI5; Xavier Vinader, periodista de investigación, el mencionado Nigel West, la Condesa de Romanones y también espía, además de las realizadas al propio Pujol y sus dos familias. Definitivamente, la realidad supera con creces la ficción, y éste es un claro ejemplo.
ACTUALIZACIÓN: Premio Goya al Mejor Documental
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MÁS INFO:
Género: Documental
Nacionalidad: España
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www.garbothemovie.com
www.ikirufilms.com
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PUBLICADO POR LA QUE ESTO SUSCRIBE EN NOTODO.COM (aquí pueden ver el tráiler y más imágenes de la película)
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NEIL HANNON (The Divine Comedy) / Lady of a Certain Age
EUGENE McGUINNESS / Fonz
THESE NEW PURITANS / Swords of Truth
THE VIOLETS / Foreo
THEORICAL GIRL / The hipocrite
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John Ford con dos de sus actores fetiche, John Wayne y James Stewart, durante el rodaje de El hombre que mató a Liberty Valance (1961).
Autor de cuestionadas biografías sobre John Frankenheimer y Sam Peckinpah, también en Cátedra Ediciones, Urkijo hace entrega aquí (3ª edición / 1ª edición en 1991) de una monografía sobre John Ford (Estados Unidos, 1894-1973), el considerado «Director de directores» y responsable de obras maestras como La diligencia (1939), Las uvas de la ira (1940) y Centauros del desierto (1956). Ahí es nada.
Urkijo ha estructurado el libro en apartados estancos, lo que facilita su lectura y comprensión. Por una parte, están la significación histórica de John Ford y su obra; por otra, su biografía y dos miradas sobre el trabajo del director, la suya propia y la de la crítica. Finalmente, encontramos una extensa filmografía que incluye fichas de cada una de sus películas, así como resúmenes argumentales y comentarios al respecto.
Pero también nos habla de su cara más desconocida, los documentales que realizó durante la Segunda Guerra Mundial como propaganda contra los nazis, de cómo llegó a Hollywood (gracias a que uno de sus hermanos ya trabajaba allí), de cómo antes, en su etapa de cine mudo, era conocido como Jack Ford, nada de John, de cómo afectó a su cine ser hijo de inmigrantes irlandeses en Estados Unidos y un largo etcétera.
No obstante, estamos sólo ante una breve introducción (y así debe entenderse, nunca como una obra definitiva) al universo del cineasta que bien merece ser acompañada por un ciclo de cine fordiano casero e, incluso, de otras lecturas, como la del libro que publicó el también realizador Peter Bodganovich, amigo y conocedor de la obra de Ford. Un cine, el suyo, que se nos muestra impregnado de blanco y negro (sin descartar el color), querencia por el gran angular, los planos fijos y unas interacciones argumentales constantes entre civilización y primitivismo, además de una excesiva afinidad por el modelo único de famila (el convencional, entendámonos) como tabla de salvación. Resumiendo mucho, les diré que Ford es puro western, puro Monument Valley, que merece nuestra atención tanto como el spaghetti western de Sergio Leone, aunque el trabajo de ambos sea tan diferente.
En fin, pasen y lean (sus biografías), pasen y vean (sus películas). Sólo así obtendrán su particular gran angular sobre la obra cinematográfica de un autor imprescindible, John Ford.
Para terminar, les dejo un interesante vídeo que compara la obra de Ford con la de otros cineastas como Steven Spielberg, George Lucas, Martin Scorsese, Clint Eastwood y Paul Thomas Anderson donde se indica hasta los homenajes explícitos.
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MÁS INFO:
Editorial: Cátedra, Colección Signo e Imagen / Cineastas
Precio: 12.70 €